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 Examen primer espada

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Arcaón
Amo y Señor del HM
Arcaón


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MensajeTema: Examen primer espada   Examen primer espada EmptyJue Sep 10, 2009 1:57 am

he aquí el examen:




Eres el único capitán operativo que hay, y el seireitei ha sido invadido por arrancars, utilizas tu bankai y puedes acabar con bastantes, pero son demasiados y terminas cansándote, logras refugiarte bajo tierra en una cueva, pero los hollows siguen entrando por las cavidades de la cueva, consigues aguantar hasta que llegan los refuerzos y el numero de arrancars disminuye, pero también el de capitanes, ves como van muriendo uno a uno todos los shinigamis y quedas tu solo, a lo lejos puedes ver a tu mejor amigo que lucha contra un espada, ves su batalla sin poder hacer nada y observas como muere, cegado por la rabia vas directo hacia el y te metes en un combate a muerte que termina destruyendo el seireitei, al final logras derrotarlo con una técnica explosiva, que termina afectándote a ti también, mientras tu cuerpo desaparece, lloras por los que se han perdido en la batalla



Mucha suerte con el examen, espero que te salga bien, tienes 3 días y recuerda que puntuamos extensión del post, ortografía, expresión y originalidad.
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Zenon
1º Espada
Zenon


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MensajeTema: Re: Examen primer espada   Examen primer espada EmptyVie Sep 11, 2009 5:14 pm

Nada interesante ocurría en el Seireitei cuando un capitán solitario recorría sus desolados y oscuros pasillos. Se preguntaba, con una mezcla de resentimiento y alivio, por qué los demás capitanes habían decidido dejarle allí mientras ellos no estaban. Aquella mañana, recibieron cierta información que les advertía sobre un ataque en las afueras de la Sociedad de Almas. Según dicha advertencia, el ataque se produciría aquella tarde a manos de un par de miembros de los temidos espadas. Al poco tiempo de enterarse, los capitanes que si se encontraban allí, ya habían decidido que tenían que preparar las defensas para que ningún inocente que se encontrase en la ciudad se encontrara en problemas. Pero, a pesar de que el supuesto ataque se produciría por unos pocos espadas, aquél día un buen numero de los capitanes había partido para otra contienda, y decidieron ir todos los posibles para asegurarse la victoria. Y es así, como dejaron a Zenon totalmente solo para vigilar el cuartel, a expensas de un grupo de hombres a su cargo.

Siempre me hacen cargar con el muerto… tenía ganas de enfrentarme a uno de los más poderosos arrancars para demostrar mi valía a los demás capitanes… y aquí estoy, encerrado esperando a su vuelta. Que aburrimiento…” pensaba el shinigami bastante enojado. Muchos de sus compañeros no mostraban mantener muchas confianzas en él, excepto dos casos dignos de mención: los capitanes Uiffer y Delan. El primero era el que había enseñado todo sobre pelear a Zenon, mientras que el otro era su mejor amigo. De nuevo resoplo deseando que le hubieran dejado ir con él a las afueras. De todas formas, estaba un poco enfadado con ellos, puesto que eran los que le habían recomendado para permanecer en el Seireitei mientras los demás se marchaban.

Al aparentemente joven capitán le recorrió toda la espalda un escalofrío. Inquieto, sacudió un poco la cabeza. Tenía la sensación de que algo no marchaba bien. Bien mirado, todo era bastante extraño, los espadas no atacarían así como así, estaban locos, pero no tanto. Aún así, su fuente era de confianza, y todos dudaban que mintiera. A pesar de ello, si algo le parecía que no iba bien, significaba que algo malo pasaría. Perdido como estaba en sus pensamientos, casi no se dio cuenta de la presencia de uno de sus subordinados que le esperaba unos metros delante de él. Como tantos otros, se encontraba haciendo guardia por distintos lugares del cuartel. Zenon se dijo a sí mismo que debería pedirle que transmitiera un mensaje a los otros capitanes.

-Señor- saludó el hombre cuando se encontraron cara a cara.

-Isin- contestó el capitán, que recordaba a duras penas el nombre de aquel hombre-…quiero que hagas algo. Tienes que enviar un mensaje a los capitanes apostados en las afueras de la ciudad. Comunícales que necesito más gente aquí, algo no va bien.

-Entendido, me march…

Antes de terminar la frase, un estruendo recorrió el pasillo dejando sin palabras a ambos hombres. Sonó como una gran cristalera rompiéndose en mil pedazos. Zenon, sin dudar un ápice, llevó la mano derecha a la empuñadura de la espada que colgaba en su cinto, lista para ser desenvainada, y le hizo una señal con el dedo a Isin para que le siguiera de cerca.
Avanzaron con sigiloso y en silencio sepulcral hasta llegar al lugar de donde se produjo el ruido. El suelo estaba lleno de pequeños cristales procedentes de una de las ventanas que quedaban a la izquierda de los shinigamis, dicha ventana ahora presentaba un gran agujero desigual. Pero todo esto pasó prácticamente desapercibido para Zenon, cuya mirada solamente se centraba en la figura que se hallaba delante de ellos. Se trataba de un joven vestido de blanco con un hakama que portaba una catana en ristre. Rápidamente, Zenon lo identificó como arrancar al instante.

Sin mediar una sola palabra, el intruso se lanzó a por Isin, intentando cortarle de arriba abajo. Pero con un rápido movimiento, el capitán defendió a su compañero sacando su arma y paró la de su oponente sin mucha dificultad. El arrancar, con expresión furiosa, intentó ganar en fuerza al capitán que le plantaba cara. Era un intento inútil, al menos eso creía Zenon, que le propinó una patada a su adversario en la rodilla, para mermar su equilibrio. Cuando se tambaleó para recobrarlo, Zenon le sentenció con un corte mortal. Se giró para hablar con Isin, mientras que escuchaba sonidos procedentes del interior del lugar, seguramente más arrancars.

-Vamos, ve dónde los capitanes y trae refuerzos, este ataque tiene que ir en serio. ¡Rápido!

Observó como éste saltaba por la ventana sin contestar. Cuando el capitán se asomó al agujero, pudo ver como esquivaba a algunos arrancar situados en el exterior. Levantó la vista, dispuesto a reunir a sus hombres para organizar la defensa, pero al levantarla distinguió al final del pasillo como al menos cuatro sombras se acercaban a gran velocidad a su posición.
Soltando un improperio, decidió que, a pesar de que podría con todos ellos, antes debía ayudar a la gente que se encontrara en el Seireitei.

- Bakudo no Nijuuroku: Kyakko.

Dicho esto, desapareció en la nada a la vista de sus enemigos. Antes de darse cuenta, el tercero de ellos se giró al oír un ruido a su espalda. Descubrió que lo que lo provocó fue el cuerpo inerte del último que iba en el grupo. Esa vez, Zenon fue más rápido que ellos, y cuando se dieron cuenta del cuerpo, ya estaba doblando la esquina por donde habían aparecido los arrancar.

Con paso ligero, no tardó en llegar hasta el centro del Seireitei, donde creía que encontraría a alguien. En el camino, se le cruzaron algunos enemigos, que murieron sin mucha dificultad a manos del capitán. Una vez llegó donde convergían varios pasillos, se encontró con al menos diez de sus hombres, que luchaban desesperadamente contra sus atacantes. Sin dejar de correr, Zenon les alcanzó y sesgó la vida de dos de los arrancar que estaban más pendientes de los otros contrincantes.

Cuando terminaron con la vida de todos ellos, aún permanecía todo el grupo ileso, exceptuando a uno que exponía un profundo corte en el brazo derecho, el capitán les dio un par de ordene, distribuyéndoles por si atacaban por distintos flancos.
Antes de concluir con las órdenes otro grupo de arrancars hizo acto de presencia lanzando injurias. El bando defensor no tardó mucho en acabar con el problema, pero costó la vida de uno de ellos. De repente, dos tropas atacaron por lugares diferentes, lo que obligó a los shinigamis a dividirse. En ese ataque, muchos de los hombres de Zenon perecieron, quedando únicamente cuatro defensores, contando al propio Zenon, dispuestos a prolongar el embate hasta la llegada de los refuerzos, si es que el mensaje de Isin fue transmitido. De cualquier modo, el combate estaba produciendo bastante ruido en diferentes puntos del lugar, lo que le indicó a Zenon que en otros lugares aún quedaría gente luchando por su existencia.

Extrañado, Zenon bajó la guardia al notar que nadie se acercaba a su posición. De los pasillos adyacentes no se escuchaba ningún sonido. Silencio. Eso era lo que rodeaba a los cuatro shinigamis que sólo oían el latido rítmico y punzante de sus corazones. Un silencio que envolvía el cuerpo como si tuviera presencia física. Esa carencia de sonido no era una pausa en el combate, al capitán le recordaba a la calma que precede a la tormenta, roto solamente por el ruido de una batalla lejana. Entonces, los oídos de Zenon captaron un leve susurro en la profundidad del laberinto que formaban los pasillos. Con rabia contenida por no haberse dado cuenta antes, alzó su espada y bramó:

-¡Cuidado! ¡Esperad lo peor, ya vienen!


Y así era, de repente un número en desmedida de arrancars apareció por las esquinas de los pasillos oeste, norte y este. Seguramente era una estratagema pensada por algún arrancar que dirigiera a los demás para acabar con el pequeño grupo resistente sin muchas bajas. Zenon se preguntó por qué nadie aparecía por el sur. Con media sonrisa, pensó que lo más probable es que hubiese más enemigos esperando su huida para atacarles entonces. Pero no. No lo harían. Los que quedaban habían demostrado ser poderosos, no tanto como un capitán, pero no dejaban un respiro a sus rivales. Zenon observó cómo se acercaban sus enemigos.

-¡Tú! ¡A por los de la derecha!-dijo al que tenía más lejos, se volteó para ordenar a los otros dos:-Vamos, vosotros dos a por los que vengan por la izquierda. No dudéis en retroceder si no veis otra alternativa. Yo me encargo de los demás.

Decidido, pensó que esa era la única forma de que todos sobrevivieran a esa contienda. Sin más preámbulos, salió corriendo para encontrarse con el grupo de hollows más extenso de los tres. A mitad del camino, susurró una palabra:

-Shikai.

De repente su arma se tornó como si de una sierra se tratase, con dientes afilados a cada lado de la hoja, y mucho más larga. A Zenon realmente le gustaba esa forma, perfecta para despedazar la carne más resistente y dura. Con una sonrisa y energía renovada incremento su velocidad. Antes de llegar a la altura de sus enemigos, escuchó una voz en su fuero interno:

Jajaja, ya estaba a punto de llamarte, ¿no me echabas de menos?

Si bueno…ya hablamos más tarde.

]Si sobrevives, chico, si sobrevives…

No lo dudes.

Al concluir, Zenon ya había alcanzado a sus enemigos y cortó el aire en dirección a dos oponentes que intentaron parar el arma, pero de esa forma solamente consiguieron perder sus armas y sus vidas, ambas partidas limpiamente por el arma del capitán. Tres contrincantes más aparecieron delante de Zenon, dispuestos a enfrentarse a él. Ilusos, así los veía. Con su shikai, era mucho más poderoso y no se andaba con tonterías. Con un par de estocadas dirigidas al capitán bloqueadas, gracias a un pequeño escudo que se había formado de pronto en el brazo izquierdo de Zenon, y dos golpes secos acabó con sus rivales.

Peleó lo que le parecieron varios minutos contra más y más gente, aunque sólo había pasado un minuto. Se preguntó entonces de dónde diablos salía tanta gente. Había perdido la cuenta de los que había derrotado desde el principio de esa ofensiva. Acabó con un arrancar que había quedado indefenso y escuchó al instante un grito sordo a su espalda. Antes de girarse, paró el golpe de alguien que se le acercó corriendo y le apartó de una patada, lanzándole sobre otra persona. Cuando pudo ver que había ocurrido, descubrió que el shinigami que defendía la parte este había caído en la batalla, por culpa de la notable desventaja. Compungido por haber sido en parte el culpable de su muerte de ese pobre shinigami, bajó un poco la cabeza y dijo entrecortadamente, lleno de odio y asco por los arrancar:

-Ban…kai…

De repente su arma se convirtió en lo que parecía una cadena erguida y con los eslabones como si estuviesen pegados entre sí y filosos, además podía moldearla a su gusto de la forma que quisiera. En su brazo izquierdo todavía tenía el pequeño escudo que rodeaba su muñeca. Su mirada se volvió más seria y peligrosa. Utilizó el shumpo para aparecer justo delante de los atacantes de la parte este y acabó con ellos con un par de agujas afiladas aparecidas de nada y un ataque procedente del suelo. Por una parte, las agujas penetraron en los enemigos como si fueran globos que se pinchasen fácilmente, y por la otra, los más retrasados del grupo sufrieron el ataque del metal que se encontraba debajo de ellos, en las entrañas de la tierra, que emergió como si de estalagmitas se tratasen, atravesando todo aquello que se cruzara en su camino. Después de ese ataque, el pasillo este parecía más una cueva que un pasillo, pero a pesar del ataque seguían volviendo arrancars, sorteando los anchos conos verticales. Algo que le pasó desapercibido al capitán, era que los cimientos del lugar habían sufrido graves daños, no suficientes para echar el lugar abajo, pero sí considerables.

Zenon se volvió para hacer frente a los hollow que se acercaban corriendo a su posición desde el pasillo norte. Al parecer, los shinigamis del lado oeste aguantaban bien, puesto que no aparecía nadie cerca de él por el oeste. La batalla se alargaba demasiado, si antes no sabía cuántos contrarios mató, en ese momento pensaba que posiblemente llevaría un centenar. Obviamente la cuenta aún no ascendía a tanto, pero en el fragor de la batalla es fácil confundirse en muchas cosas, excepto en una: el instinto de supervivencia, que hizo a Zenon seguir luchando incluso cuando un arrancar alcanzó, gracias a un despiste del capitán, su brazo izquierdo, cortándole profundamente desde la mitad de la parte superior de la extremidad hasta casi alcanzar el lado interior del codo. A pesar de que su contrincante sonrió por ser el primero en dañarle, pronto se le congeló la sonrisa con un movimiento del brazo derecho de Zenon y cayó estrepitosamente junto a uno de sus compañeros.

Mientras luchaba defendiéndose por ambos flancos, norte y oeste, escuchó en su interior la voz potente del alma de su zampakutö:

Chico, estás muy cansado, ¿seguro que aguantarás?” preguntó, seguidamente soltando una sonora carcajada.

Zenon tardó en contestar, esquivando el golpe de un contrincante, que se acercó más de lo esperado, a una orden mental suya, su arma se enrolló en el cuello de éste, rompiéndole el cuello. Después, lo uso como maza golpeando a los demás arrancar.

¿Tú qué crees? No son muy hábiles, les falta práctica.

Aunque pensó eso, se negaba a asumir lo inevitable. Estaba cansado, muy cansado. Estaba dudando sobre cuánto tiempo podría aguantar así, sin descanso ni refuerzos. A su espalda escuchó el grito agónico de uno de los dos shinigamis. Finalmente, parecía que el cansancio de Zenon acabaría pronto si no dejaban de aparecer arrancars, sorprendido se dio cuenta de que incluso aparecían algunos hollow simples, pero en grupos compactos que atacaban a la desesperada. Y finalmente, el último de los shinigamis que cubría la retaguardia del capitán pereció en aquel truculento combate.

Y bien… ¿qué harás ahora? ¿Pedirles perdón?

Kinzokuno, tan impertinente como siempre.

Lo tengo controlado…

Dicho esto, acabo con otro enemigo y se giró para mirar el pasillo sur, por donde también llegaban más enemigos. En total, le rodearían unos quince arrancar. Les observó a todos como lo haría un preso a punto de ser ejecutado a sus carcelarios. Ninguno se atrevía a entrar en el cruce que formaban ambos pasillos y se quedaban guarnecidos en el interior de estos. Con voz misteriosa, Zenon hizo que su espada se atara alrededor de su cintura a modo de cinturón y empezó con su supuestamente último discurso:

-Bien... parece que esto está a punto de acabar. Esta vida se hace muy corta, y a veces la estela de la muerte te alcanza cuando menos te lo esperas, viendo como los demás caen y no puedes despedirte de la gente más cercana a ti como deberías. Dejamos todo atrás sin opción a una segunda oportunidad. Sí…eso es lo que pasará en este fatídico día... porque… vais a morir todos...

Antes de que reaccionaran, Zenon levantó la mano y cerró el puño haciendo que las venas de la muñeca se le hinchasen de una forma sorprendente y los muros del lugar se destruyeron de repente al paso del duro metal que atravesaba todo aquello que se encontrara por delante, al igual que la vez anterior, solo que en aquella ocasión fue a una escala extraordinaria. Conos afiladísimos empalaban a los enemigos, bloques enormes aplastaban otros tantos, algunos caían por los agujeros que se habían formado por el ataque, que ya había destrozado gran parte de la estancia.



Minutos después, Zenon observó en que había quedado reducido el lugar dónde se encontraba. Todo se había tornado extraño y asimétrico. El suelo se había resquebrajado por todas partes, cientos de agujeros recorrían las paredes que a duras penas sostenían todo el peso que tenían encima (de hecho, una parte del lugar se había desplomado, dejando una brecha hasta el exterior, por donde un rayo golpeaba la cara de Zenon), bloques de metal tirados por todas partes y, sobretodo, sangre. El color carmesí se localizaba en cualquier parte donde dirigieras la mirada. Todo estaba salpicado por el pigmento y tenía impregnado el olor a muerte.

Zenon, por su parte, sentía como si su interior fuera aquel terreno. Estaba realmente cansado, y sentía como sus músculos sufrían punzadas de dolor rítmicas que le provocaban un intenso dolor interno. Se pasó de la raya. Consumió demasiada energía y lo había pagado caro, ya que a duras penas lograba moverse. Se quedó totalmente inmóvil, aún de pie, como si se tratara de una de las estatuas vivientes que les pagabas por ver un numerito. Pensó largo y tendido en lo ocurrido ese día allí. Los arrancars por una vez habían demostrado ser unos buenos estrategas. Seguro que se habían encargado de dividir a los capitanes para preparar ese ataque. De nuevo, se preguntó dónde diablos estarían los refuerzos. ¿Y si sólo quedaba él? Imposible, había capitanes mucho más poderosos que él y más preparados para el combate.

Chico…” le interrumpió Kinzokuno “de nuevo me has sorprendido, aún no sé cómo lo has hecho. Parece que eso que dicen sobre defender el lugar que precias es cierto. Pocas veces he visto a alguien luchar con tanto esmero.

Casi muero hoy, Kinzoku. Tengo que ser más eficaz para hacer lo que he hecho hoy sin pestañear siquiera

Jajaja, lo que tú digas, pero yo daría las gracias ante todo de haber luchado con tantos enemigos y continuar vivo.

Después de unos minutos de descanso, notó que había recuperado parte de la movilidad. Lo notó, porque un rugido de lo que parecía un hollow enorme se escuchó en la entrada de la brecha y se llevó la mano a la empuñadura de su arma. Estupefacto, observó como un grupo de hollows seguidos de uno enorme atravesaba la rendija atraído por el olor a sangre.

Mierda

No digas tacos.

Ni siquiera respondió a su Zampakutö, se pudo en guardia y esperó la acometida de los hollows. Cuando se acercaron a él, una brecha se amplio de golpe y varios se hundieron con ella. Por desgracia para Zenon, la fisura se convirtió en gradualmente en un desplome de la estancia que amenazaba con tragarle. Con los reflejos al máximo, creó una finísima plancha metálica que usó de transporte volador. Esquivando las rocas que caían, fue descendiendo poco a poco hasta llegar al suelo de una amplia caverna.

La cueva, tenía una extensión enorme, casi unos cuarenta metros de altura y unos sesenta de anchura, estaba repleta de rocas y demás fragmentos desprendidos, y el lugar estaba marcado por varios pilares enormes que seguramente sostenían la parte superior del Seireitei. Pero sobretodo, lo que más destacaba era sin duda un lago bastante grande que rodeaba el lugar. La caverna era hermosa. Hubiese sido un lugar perfecto para descansar y pensar tranquilamente mirando el lago, de no ser porque los hollow más avispados bajaban rápidamente por los pilares buscando al capitán.

Observó como tres de ellos saltaban a por él, que aún permanecía suspendido en la lámina. Antes de que llegaran si quiera a acercarse a tres metros de él, un muro apareció delante de ellos. Dos se estrellaron con un sonido seco y cayeron como fardos en dirección al suelo sin posibilidad de escapatoria. Pero el tercero, más inteligente, se agarró del metal y trepó por él con una agilidad inaudita y se precipitó de nuevo a por Zenon, que se fijó mejor y se dio cuenta de que se trataba de un adjucha. No tenía ganas de malgastar más energía, aunque se encontraba más recuperado, así que solo sacó su arma y con un movimiento como si de un látigo se tratase, la espada-cadena se alargó y atravesó el pecho del pobre infeliz sin darle oportunidad de defenderse.

Volvió a fijarse en los hollow que bajaban en su busca. Cada vez eran más. Realmente los espada habían organizado eso bien, seguramente estaban tiempo preparándose para eso y formando un ejército de ingentes cantidades.

Venid a por mí, espero que alguien llegue a rozarme al menos

Eres un poco sádico, ¿sabes?” otra risotada.

Y tú una herramienta para sadomasoquistas” bromeó Zenon.

Chico…eso duele.

Después, siguió destruyendo uno a uno a los hollow restantes a distancia de todas las formas que se le ocurrían. Cuando parecía que no quedaban más, descendió hasta llegar a la orilla del lago. El agua era totalmente cristalina, y se encontraba en una calma realmente asombrosa. Era tal, que la superficie del lago parecía más un diamante perfecto, liso como si hubiese sido creado por el mejor de los orfebres nunca conocidos.

Bajó de un salto de su lámina, y se acercó con paso apaciguado al agua. Simulando un cuenco con las manos, Zenon cogió un poco de agua y se la llevó a la boca para beber a sorbos. Simplemente perfecta. Se sentó y recuperó fuerzas, planeando salir pronto para acabar con todos esos malditos arrancars. Disfrutó gratamente de la tranquilidad que le brindaban esos minutos. Una corriente de aire le revolvió el pelo. No sabía de dónde venía tal viento, pero le gustaba. Parecía que le intentaba dar un empujoncito, irradiándole fuerzas.

Pasado un cuarto de hora, Zenon se levantó y justo un segundo después un sonido como si de una explosión se tratase sacudió la caverna. Ni siquiera se giró. Se trataba de otro ataque masivo de arrancars, una gran cantidad de ellos bajaban como podían para matar al capitán que tantos problemas les había causado. Se giró dando la espalda al lago, dispuesto a acabar con todos ellos. Vio como los primeros que querían atacarles caían muertos por una pequeña trampa que había preparado. Tapó una grieta del suelo con una lámina finísima de metal, compuesta de aluminio en su mayor parte, y la recubrió de arena para taparla. Cuando la pasasen por encima, se desplomaría cual hoja, haciendo que cayeran sobre unas estalagmitas bastante peligrosas.

Para detener al segundo grupo, usó sus preciadas agujas, que rara vez fallaban el blanco. Los arrancars sucumbieron sin ofrecer casi resistencia ante los relámpagos inexorables que se abalanzaban sobre ellos. Y así siguió, liquidando a cualquiera que intentase llegar hasta su posición. Se preguntó de nuevo cuánto aguantaría hasta el momento en el que se quedase sin fuerzas. La verdad era que la monotonía que le causaban tantas muertes le estaba empezando a volver paranoico.

Cuando estaba a punto de acabar con otro enemigo, de repente un grito se escuchó desde la grieta enorme que tenían sobre sus cabezas. Todos levantaron la vista para ver como de repente al menos seis capitanes se precipitaron a la batalla, seguidos de un par de sus tropas. A su vez, los arrancars no dejaban de aparecer por todas partes. Sin duda, eso era muy parecido a un infierno.

La llegada de los capitanes se hizo de notar, que llegaron a la pelea y poco tiempo después ya habían acabado con una gran parte del ejército enemigo. Por desgracia, Zenon pudo observar mientras luchaba, que dos de ellos morían a manos de un nuevo grupo de contrincantes. Espadas. Maldijo su mala suerte. Lo más probable es que hubiesen seguido a los capitanes hasta su posición. Estaba defendiéndose del embate de dos arrancar, cuando chocó con la espalda de otro hombre. Giró la cabeza para ver que se trataba ni más ni menos que de Uiffer, el capitán que le había entrenado. Sin dejar de combatir, ambos se hicieron oír gritando:

-¡Uiffer!¿ Qué ha pasado ahí fuera? El Seireitei estaba infestado de estos malditos.

-Como se nota que no te has tenido que abrir paso por toda la sociedad de almas. Está plagado. Hemos acabado con la mayor parte de ellos. Pero un los espadas también nos han dado muchos problemas. ¡Da gracias a que hemos llegado!- sentenció golpeando con su maza la cabeza de un arrancar que había esquivado sus golpes hasta el momento.

-¿Y Delan?

-En la otra parte de la cueva.

Echando una rápida mirada, Zenon distinguió a su amigo entre la gente. Aliviado por saber que aún vivía, peleo mano a mano con su antiguo entrenador. Eso le recordó a todas las veces que lucharon el uno contra el otro, cuando todavía no había llegado al rango de capitán. Lo cierto, es que en su caso no ocurrió la historia de: alumno supera a profesor, ya que incluso en esos instantes, Uiffer era, según el criterio de Zenon, uno de los mejores capitanes.

La batalla se alargaba. Había pasado un buen rato y aún peleaban. Muchos son los hollows que murieron, pero también lo hicieron otros tantos shinigamis. Deberían quedar unos cuatro capitanes y pocos soldados rasos. En cambio, en el bando opuesto, resistían un gran número de arrancars y dos de esos condenados espadas. Eran buenos, los mal nacidos. Zenon sólo había visto a uno que se metió en su campo de visión y había acabado fácilmente con uno de sus compañeros.

A su espalda, notó como Uiffer soltaba un quejido leve. Se giró y vio que tenía el arma de uno de los espadas atravesándole el pecho, con un grito de odio, saltó a por el espada con su espada-cadena dispuesta a sesgar su vida. El espada, con media sonrisa, sacó el arma de las entrañas de su amigo y desapareció ante los ojos de Zenon, que escuchó una sonora risa que le dejó helado. Notó el frío filo de una catana rodeándole el cuello.

-Eres joven e inexperto- exclamó una voz ronca al lado de su oreja.

-Este joven inexperto ha acabado con la mitad de tu ejército sin moverme apenas.

-Ha llegado tu hora, recuerda el nombre que acabo contigo: Vasn, segundo espada…

Empezó a mover la catana recorriendo su cuello con el filo, cortándole cada vez más profundamente. Por suerte, alguien separó al espada de su cuello con un grito. Zenon se volteó rápidamente y pudo ver como Delan se batía en duelo con el espada, a una velocidad increíble.

Mierda, no lo va a lograr

Pues ya sabes…haz eso que haces tan bien... ¿cómo era? Ah, sí, entrométete. No te cortes…

Zenon no le hizo caso, ya que de repente un arrancar se había acercado a él y le lanzó una estocada a su costado. Sin haberse defendido debidamente, la sangre de Zenon brotó roja y sin pausa. Se revolvió y le dio un golpe con el escudo que portaba en la zurda. Le dolía mucho, pero sobreviviría. Por otra parte, el corte del cuello no había llegado a dañar la vena, por suerte. En esos momentos sólo mostraba una especie de línea carmesí.

Intentó ver como andaban las cosas. Por desgracia, solo resistían peleando Delan y él, los demás capitanes habían muerto. Rabioso, contó el número aproximado de enemigos que quedaban. Más o menos veinte arrancars y el último espada que pretendía matar a Delan. Todos los arrancars le rodearon sin dejarle una posible salida. Tres de ellos tomaron la iniciativa e intentaron golpearle con sus respectivas armas. Zenon, defendiéndose, no dejaba de prestar atención al duelo de su amigo.

Estaba defendiéndose con destreza del arma del espada, que zumbaba de un lado a otro, cuando de repente, Delan hizo una finta y le seccionó un trozo de carne de la pierna izquierda. El espada, dolorido, le propinó un puñetazo y apareció detrás de él al instante, con una rapidez prodigiosa. Antes de darle tiempo a defenderse, el espada agarró al shinigami de la cabeza, y con un giro seco, le destrozo el cuello.

Zenon no creía lo que había visto. Una horda de recuerdos y sentimientos inundó todo su ser. Las tardes divirtiéndose con su amigo sin preocupaciones, el ingreso en los shinigamis, la misión que los ascendió a capitanes. De pronto, su mente se desfragmentó, desapareciendo todo aquello en lo que pensaba, y un solo sentimiento con diversas caras llenó cada recoveco de su alma. Las distintas caras se trataban de odio, dolor, pena, desanimo, rabia. Pero su nombre, era venganza.

Con un grito de furia que atravesó toda la caverna, Zenon apretó el arma que portaba. Centró su vista en el espada y pronunció:

-Espinazo del diablo.

No quería malgastar su energía con los arrancars que le rodeaban, y utilizó una de las técnicas más efectivas de las que disponía. Simple e imparable. Cuando sentenció la frase, los veinte cayeron al suelo, muertos.

-¡Tú! ¡Lucha!

Lleno de odio y un deseo de matarle enormes, corrió hacia él con la espada-cadena agitándose como una serpiente. El espada se limitó a reír, y le esperó ansioso con ganas de acabar con el único superviviente de esa masacre. Cuando Zenon le alcanzó, le entrelazó la cadena al brazo y tiró de ella, pero la piel de hierro del espada impidió cortarle gravemente. Al tirar de ella, el espada se limitó a dar una voltereta sobre sí mismo y apoyar el pie en uno de los eslabones y pegó un salto para llegar hasta el capitán shinigami, que interpuso su escudo para que una patada del espada no le golpeara en la cabeza. Pero lo que no esperaba era que el espada, con su arma, se limitó a darle una estocada en el brazo derecho. Con un rugido de dolor, Zenon respondíó tirando de nuevo con todas sus fuerzas de la cadena y liberó al espada para lanzarlo lejos de allí. Se estrelló estrepitosamente contra uno de los pilares, que se agrieto y resquebrajo levantando una capa de arena y polvo debido a la fuerza cinética que tenía el espada. Cuando la nube se empezó a disipar, el espada salió de ella corriendo con la punta de la espada apuntada a Zenon.

Éste corrió hacia él y entrechocaron los metales, de sus armas. El espada, más ágil que Zenon, hizo una finta y engañó al capitán haciéndole creer que atacaría por la izquierda, pero sin embargo atacó por la derecha, haciendo un tajo en el muslo de Zenon, que ya estaba cansado por tanta lucha y sus reflejos no estaban al cien por cien. Al ver que el espada se disponía a rematarle en ese instante, Zenon se cubrió con el escudo, que, como si de un automatismo se tratase, sufrió una transformación cuando chocó el metal del enemigo en su superficie. De repente, el metal del escudo se convirtió en pinchos que se lanzaron en busca de la carne de su atacante. El espada, que no se lo esperaba, fue atravesado por tres de esos pinchos, uno en el brazo, otro en el pecho, y uno más en la pierna.

Ambos estaban heridos, y Zenon pensó en retener a su hábil contrincante para acabar con eso de una vez.

-Traje metálico.

De repente, del suelo apareció una masa de metal que se precipitó encima del espada, enrollándose y subiendo por su cuerpo y encerrándole. El metal cubrió todo su cuerpo menos la cabeza, impidiéndole cualquier movimiento. Zenon, con suficiencia, se acercó a él lentamente y levantó su arma dispuesto a acabar con ese ser horrible.

-Te voy a hacer pagar por todos los pecados que has hecho, Vasn.

Antes de llegar hasta él, el espada rió como un loco y le miró divertido.

-¿Crees que esto me detendrá? Estás muy equivocado- hizo una pausa, y terminó de hablar diciendo:-.Cero.

De pronto una cantidad de luz asombrosamente luminosa apareció en la boca del espada. Zenon, debido a la proximidad, sólo pudo tirarse a un lado, pero aún así el haz de luz le chamuscó gran parte del brazo. Quejándose, se arrodillo en el suelo sosteniendo el brazo herido, al tiempo que el espada se reía de él.

-Ahora vas a saber lo que es el poder de un espada.

Dicho esto, pronunció una frase en susurros y algo pasó en su cuerpo. De pronto se ensanchó y comenzó a agrandar, haciendo ceder la presa metálica que le rodeaba con un chirrido agudo.
Su piel se tornó negra y con un brillo extraño. Las manos acababan en largas garras, y la cabeza estaba rodeada por una especie de calavera que le cubría alrededor de los ojos y se alargaba hacia abajo pasando por encima de la comisura de los labios, haciéndolo parecer unos enormes colmillos. Con un rugido se lanzó a por Zenon.

Zenon, realmente asustado por la rápida transformación, saltó y se subió a una lámina recién formada. Se elevó en el aire y escapó por los pelos de aquellas garras. Desde las alturas, Zenon creó una infinidad de agujas que a una orden suya se irían lanzando a por el abominable ser. Éste, viendo como prácticamente su enemigo volaba, se lanzó a uno de los pilares y subió rápidamente por él gracias a sus garras. Algunas de las agujas, de considerable tamaño, por cierto, le persiguieron, pero pocas le alcanzaron, ya que la mayor parte acababa clavándose en el pilar y dañándolo seriamente, que empezó a ceder. El pilar se desplomó con un ruido impresionante, levantando una gran nube de arena. Aún así, el espada no desistió. Zenon lo vio aparecer subiendo por otro pilar para alcanzarle. Ese pilar, siguió el mismo camino que el anterior. Quizá el capitán no se daba cuenta, pero estaba destrozando una parte vital del Seireitei, sus cimientos. Era los pilares que sostenían toda la carga del lugar y, si seguía así, tendría serios problemas. Al final el espada saltó a por él, con un buen número de agujas clavadas en la espalda.

Nada podía hacer Zenon, que fue cogido por las monstruosas garras del ser y cayeron ambos hacia el suelo. El espada, enfadado, lanzó a su presa con tal fuerza hacia un pilar, que éste lo atravesó limpiamente. Otro pilar menos. Mareado y confundido, Zenon se encontró tirado en el suelo, dolorido. Escuchó como el ser lanzaba un rugido detrás de él. Intentó esquivar lo que sea que pretendía su enemigo, pero sus garras le cortaron por cuatro sitios distintos la piel.
Realmente cabreado, Zenon se dijo que debería acabar con él, costase lo que costase. De repente, el techo comenzó a ceder. Ambos miraron arriba. La destrucción de los pilares había roto parte la caverna y ésta estaba cayéndose a trozos.

Mierda, moriremos aquí enterrados

No si le ganas y huyes rápidamente…

Decidido, Zenon corrió hacia el espada con el arma preparada. De nuevo, el ser le cogió y le lanzó a varios metros de distancia. Mientras tanto, grandes bloques de roca caían y algunos de los pilares se rompían por la presión. Zenon se levantó y miró alrededor. Se encontraba de nuevo al lado del lago, viendo el reflejo de su rostro en la superficie. El monstruo gruño de nuevo y corrió hacia él a cuatro patas.

-Bien, es tú final, Vasn.

De repente, tres bolas brillantes de metal surgieron del lago cuando Zenon levantó el brazo quemado. Las bolas consistían en dos partes esenciales separadas por una membrana metálica. En un parte, contenían agua procedente del lago, y en la otra, el metal Cesio. Esa, era la perdición del espada.

Una de las bolas se precipitó a por él y chocó cerca de dónde estaba, produciendo una explosión de gran tamaño al romperse la membrana y se juntaron ambos materiales. De nuevo, la segunda bola, la más grande, fue un poco más lenta para encontrarse con Vasn, que saltó y esquivó la explosión enorme causada por la esfera. Aún así, fue lanzado bestialmente por el aire. Zenon, preparado para eso, utilizó el shumpo para aparecer a su espalda.
-Buenas de nuevo, desgraciado.

En su mano llevaba la tercera esfera creada, la más pequeña de todas, pero que tenía una potencia equivalente a una mucho mayor, debido a los materiales comprimidos que contenía. Sin pensarlo, metió la mano con la bola en la boca del espada.

-Bum-susurró al oído de éste.

La explosión hizo temblar todavía más el lugar, al tiempo que el Seireitei se desplomaba por completo.



Parecía que Zenon estaba flotando en el espacio, sin gravedad, sin sensaciones. Su mente divagaba sobre todo lo ocurrido ese día en aquella batalla sin saber donde se encontraba. Tantos muertos. Uiffer, Delan y ahora le tocaba a él. Todo era una gran ironía. Había acabado con su enemigo, sí, pero se había cobrado su propia existencia.

Un gran bloque de uno de los pilares pasó por su lado. Ahora lo entendía, estaba en el lago, pero no tenía fuerzas para salir. Todo se volvió oscuro, y sus extremidades empezaron a desaparecer. No le quedaba más reserva de reiatsu. Antes de desaparecer por completo, solo una lágrima fue derramada por Zenon, recordando a los muertos. Una lágrima, que formó parte del lago del derrumbado Seireitei.


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Arcaón
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MensajeTema: Re: Examen primer espada   Examen primer espada EmptySáb Sep 12, 2009 2:12 am

Bestia, estas aprobado paso a darte color y rango, felicidades
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