Examen para capitan del 13º escuadron

bueno aqui va tu examen:




estas en la piel del comandante del seireitei, y tu y los otros doce capitanes invadiis el hueco mundo, nada mas llegar todos entablabn batallas con los espadas, quedando tu contra el amo del hueco mundo, tras una dura pelea eres capaz de derrotarlo, y aun estando herido, te ves obligado a luchar contra los espadas restantes, al final quedandote sin fuerzas eres asesinado por el primer espada

Tienes 3 dias para hacerl examen, cuenta la ortografia, la extension y la expresion, suerte

Noche en la Sociedad de Almas, una maternal Luna intenta proclamar su adorable silencio ayudándose de la mano con la refrescante brisa de la noche. Un cielo despejado y repleto de diminutos destellos eran los perfectos complementos para satisfacer cualquier intranquilidad en el ambiente, sin embargo, la situación parecía ser todo lo contrario dentro del Seireitei. Trasladando el escenario a un agitado lugar, exactamente, en una reconocible torre gracias a su representante e imponente símbolo, parecía ser que la calma era la más irreconocible invitada debido a los constantes pasos que deambulaban desesperadamente de un lado a otro, no sin antes dejar caer al aire uno que otro llamado de confusión.
Iluminando de forma clara y sencilla, los rayos del astro madre guardaban un luto desequilibrado hacia uno de los balcones que seguidamente era rodeado por un extenso mirador hacia un mundo desconocido por la raza humana, inesperadamente, unos ligeros pasos arremetieron con una delgada y deslizable puerta que separaba un iluminante pasillo con el tibio interior, ante el sorpresivo movimiento una figura se mostraba agitada sujetando el tallado marco de madera y aguardando a recuperar su más iluso aliento. Delante suyo, otra silueta se hacia presente aunque de diferente manera en todo tipo de sentido, su semblante parecía curioso, sus vestimentas no eran propias a las de un simple soldado de su raza, quizá no era otro sino uno de los tantos capitanes que según cuentan lideran uno a uno sus respectivos ejército, sin embargo y de atracción curiosa, su apariencia era más potente, como si tan solo verlo bastara para darse cuenta de que se distinguia del resto de Capitanes...

Kanon-taicho!!! Teniente Sagara reportándose!, estoy...a sus órdenes...ehg

Entiendo Sagara, supongo que es hora. Prepárate que hoy será una larga noche...

Ambas voces eran inmensamente diferentes, la primera mostraba un cansancio forzado combinado con un tono de alarma mientras que la segunda, mantenía una calma muy indirecta aunque fijando con claridad el rostro de su expresante, la impresión podría ser todo lo contrario. El Teniente finalizó la conversación asintiendo con su mirada cansada y sin más, se retiró del lugar dejando atrás al Comandante que yacía aún sentado tras su escritorio ordenando una que otra idea en su inmóvil mente. Cortos minutos pasaron antes que Kanon recapacitara por completo, su mirada se volvía más risueña y mirando el vasto balcón que le acompañaba, se fue colocando de pie hasta apartarse por completo de su asiento; miró satisfactoriamente las afueras, contemplando con una media sonrisa y una cristalina mirada cada uno de los rincones de su tan fraternal hogar durante años...

Tan sólo espero que la estabilidad de los cielos algún día se transmita aquí abajo, hasta entonces seguiremos luchando con la intención de lograr un mejor lugar para vivir...

Sus palabras como si hubieran sido lanzadas al mismo viento, se perdieron con éste buscando un destino imposible de alumbrar. El Comandante soltó un suspiro desde sus labios y sin más, desapareció en un abrir y cerrar de ojos dejando atrás un ligero vendaval de soledad.

Un nuevo telón parecía abrirse camino frente a tan desconcertante escenario, ésta vez los movimientos provenían del llamado Doceavo Escuadrón, una larga comunidad de Shinigamis parecía apoderarse del lugar ilustrando murmullo tras murmullo. Faltó poco para que a la desconcertante agrupación, el anterior Capitán que había mantenido su presencia en aquella tristemente iluminada habitación se uniera haciendo su entrada tan cegadora como su previa desaparición. Caminó a paso lento dirigiéndose al centro de atención ignorando al ritmo todo aquello que estuviera a su alrededor, el momento se volvió ténue y prolongado, su sola postura y silueta ya significaban el deber de inculcar una gran cantidad de respeto entre los presentes, todo eso podría darle crédito a su cargo, algo que sin duda era digno de elogiar.
Siguió su camino hasta postrarse frente a una gigantesca puerta de ancentrales estereotipos japoneses, sus ojos respiraron un aire cristalino y su postura se mantuvo cada coma sin dilatarse; tanto a su zurda como a su diestra, un grupo de sujetos con portes algo similares alos suyos se fueron amontonando hasta formar una formación bastante imperial, no había anda más que aclarar, aquella tropa era la representante de las fuerzas en el Gotei, finalmente los trece escuadrones liderados por el comandante Kanon se hacian presentes, listos para encarar lo que detrás de esa ostentosa puerta se hallara. Descifrando sus legibles miradas, era de notarse que aquello no sería algo tan sencillo, aún así, el protagonista del cuento decidió dejar que sus palabras fueran escuchadas como señal de que el tiempo para permanecer allí había tocado las doce...

Adelante, hoy dejamos nuestras sombras y avanzamos con la espada en el cuerpo!

¿Fueron esas palabras con la intención de transmitir coraje? o acaso, ¿una manera de predecir lo que estaría por venir?, sea cual haya sido su verdadero mensaje, tan sólo aquel hombre era posible de comprenderlo. El ardor de aquellos seres era comparable a una flor que se ve opacada por la sombra de un árbol, sin embargo, esos rostros era capaces de irradiar lo que muchos llamarían como...Honor.
El descomunal portón comenzaba a abrirse, una cegadora luz alborotó la posición de la noche y con ésta, uno a uno fueron ingresando, algunos dudando con gentileza y otros decididos en aceptar sus futuros. El Comandante aguardó a que todos terminaran de desaparecer, en su rostro se dibujó una ligera gota de melancolía, lamentablemente, eso no era suficiente para detenerlo ya que de un firme paso hacia adelante, se dejó tragar por la llamativa puerta, desapareciendo en el ardor de la luz.

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Un oscuro cielo, escasas nubes, una frondosa duna de arena blanca y la Luna más potente que se pudiera presenciar; todos esos factores eran los que ahora se apreciaban de manera repetitiva, lo único que este lugar tenía para ofrecer. Para cuando Kanon cruzó aquel dimensional portón, al llegar a su destino pudo divisar a cada uno de los demás Capitanes en posición que mostraba lo listos que se encontraban para cualquier cosa, después de todo, cada uno tenía su respectiva responsabilidad y eso era algo que él sabía muy bien.
En la lejanía del extraño lugar conocido como Hueco Mundo por casi todos los presentes, se podía sentir una energía bastante inusual, en efecto, no era del mismo nivel que los suyos y eso inquietó ligeramente al Comandante, después de todo era como si supiera lo que estaba o estaría por ocurrir. Miró al horizonte mientras caminaba elegantemente entre los montículos del arenoso suelo, fue entonces cuando sus dudas se despejaron, aquel reiatsu no era sino el mismísimo Amo del lugar que acompañado con sus fieles generales nombrados bajo el apodo de Espadas, se hacía presente en la improvisada ceremonia de especímenes. Tanto Kanon como el aparecido "dueño" intercalaron unas agonizantes miradas, ocultas cada una bajo semblantes de total atención e incoherente deslumbre...

Bienvenidos Shinigamis, les doy la más alegre bienvenida...hahaha

Éste es el final, Hueco Mundo será nuevamente una tierra de nadie

Propio del Comandante, lástima que no tenga intenciones de permitir semejante acción

Fuertes cruzadas de personalidades, ambos lucían severos con sus tonos de voz, inesperadamente cada uno del resto de Capitanes comenzó a desplegarse realizando veloces shumpos colocándose de tal manera que quedaran frente a frente con los mencionados Arrancars Elite, minutos después, casi todo el público se había alejado de la escena por completo, quedando unicamente ambos supremos líderes.
El Amo de Hueco Mundo, lucía semejante a un ser humano, de cabellos claros y largos, una expresión de elegancia poco inusual y una vestimenta blanca como un representativo de su hogar; por su parte, el jefe de los Shinigamis era sereno, firme y decidido, adornado por una hakama de altivo porte y una mirada de candente fuerza.
Kanon desenfundó su Zampakuto con extrema firmeza, mostrando en todo momento una inclinación de poder, sin embargo, su semejante era capaz de infundir el mismo sentimiento y lo comprobó imitándolo, retirando lentamente su katana y colocándola de tal manera que quedara firme frente a su cuerpo, apuntando con el brillo del filo la silueta del Shinigami invasor, el cual dejaba extendido su brazo derecho hacia un costado, inclinándolo levemente para que su arma se viera forzada a permanecer en la más poderosa quietud.

Bastó que ambos reconciliaran sus fulgorosas pupilas una vez más para que la trama a muerte diera su disparo de inicio. Ambos personajes reaccionaron precipitadamente y con escandalosa velocidad arremetieron uno contra el otro, cruzando las dos hojas de cada katana, dejando que los filos de éstas chispearan mientras sus cuerpos liberaban un infernal sudor de reiatsu en la zona. Debido a la presión de tales fuerzas, cada uno de manera independiente realizó un abrupto salto terminando a una severa distancia poniendo a prueba sus miradas de nuevo; no pasaría mucho para que, elevando su Zampa haciendo una media luna, Kanon desprendiera una retadora liberación de energía espiritual, la suficiente para adivinar lo que sus labios pronunciarían en ese momento...

¡Condena y Juzga, Mezameru no Shin'en!

Una frase tan fuerte como su invocador, las cosas parecían ponerse cada vez más severas, pero para ellos tan sólo era cuestión de tiempo con la intención de decidir finalmente al ganador de tan estremecedor espectáculo. Mezameru no Shin'en ahora no era otra cosa que una descomunal espada envuelta en unas abrumadoras llamas de color oscuro, el reiatsu del Shinigami se apresuraba en desbaratar el delciado suelo y en la lejanía, las presencias del resto de Capitanes comenzaban a quebrarse, dando por entendido que sus combates habían resultado en el más puro de los fracasos.
¿Mala suerte? era lo que se preguntaba Kanon, aunque sabía perfectamente que la respuesta no era precisamente esa misma pregunta sino al contrario, quizá ellos no eran suficiente para aplacar del todo la oscuridad de sus enemigos; llenándose de orgullo y esfuerzo, su poder explotó como una indetectable bomba, una gravedad tan pesada como la del mismísimo planeta triplicado, curiosamente, su oponente entendía perfectamente el mensaje y de la misma manera, liberó su Zampakutoh la cual resplandecía como una elegante espada de plata y brillaba de tal manera que a duras penas a un niño le costaría trabajo compararla con la misma Luna. Decidido a limpiar su error, arremetió contra su oponente acumulando una gigantesca llamarada de fuego oscuro en la hoja de su katana para luego dispararla con una brutal fuerza hacia el cuerpo de su objetivo que yacía listo para responder ante aquel potente movimiento.

El Amo de Hueco Mundo dejó que su espada recibiera el daño siendo éste incapaz de recibir el daño para sí mismo; el arma sin embargo parecía haber resultado ilesa, aunque por desgracia para quien la blandía el ataque había sido lo suficientemente exagerado como para dejarle ciertas quemaduras en sus extremidades, ahora bien, había que comprenderse, después de todo contra quien se enfrentaba era el supremo jefe del Gotei en la Sociedad de Almas, aquel que está por encima de los demás Escuadrones y quien era capaz de igualar su poder de esquina a esquina.
El hombre de blancos ropajes deslizó una pequeña expresión de fastidio al ver como la rabia del Comandante se materializaba en cada uno de sus movimientos, al parecer todo se debía a que por fin, de las doce figuras que invadieron su terreno era sólo una la que se podía sentir. Comenzó a contrar rapidamente su reiatsi hasta la punta de su Zampakuto y con una excelente presición, realizó un limpio corte en vertical dirigiéndolo hacia el cuerpo del shinigami; éste al ver como se aproximaba aquella técnica cargada con pura energía, se dedicó a mantenerse sereno, su rostro retrató una expresión de asegurada decisión y sin más, dejó escapar una tormentosa cantidad de reiatsu canalizándolo con extrema profesionalidad en su brazo derecho, aquel con el que empuñaba su dignísima arma. Acto seguido, con un precipitado salto hacia adelante, estancó la punta de su katana con la poderosa onda que venía con intenciones de acorralarlo; el choque fue tenebroso, como el efecto de una bomba de efectos indescriptibles, logrando penetrar la técnica de su adversario, Kanon logró arremeter cara a cara contra el Amo para que, sin darle tiempo a siquiera parpadear, le propinara un despampanante y descendente tajo, perforándolo por completo y sin compasión alguna en su altiva mirada, dejando como final, a su opositor desangrado y petrificado con un rostro de insuperable asombro...

Lo peor terminó al fin, he de suponer que la misión ha finalizado...

Su boca claramente detonaba un grado de alivio que cambiaba en todo aspecto el trato que hasta entonces habái estado mostrando, pero de ahí a decir que la misión había finalizado, sin duda era un poco egoísta, ¿acaso sus subordinados no habían caído ya?, era eso o que simplemente no pretendía aceptarlo y jurar como que fuera de su batalla nada de eso había ocurrido. Aquel esfuerzo lo había dejado más que agotado, era evidente, a las justas podía ocasionarles uno que otro reconocimiento de comprensibles movimientos, el cansancio comenzaba a embriagarlo y poco a poco le era más difícil contener su recta figura. A pesar de esas, decidió no quedarse y emprendió su camino a un paso pesado, su reiatsu se había estabilizado pero daba la impresión que disminuiría en cualquier momento, muy a su pesar y como si el destino lo hubiera abandonado del todo, seis de los seres que se presentaron con su previo enemigo tras su llegada estaban observándolo, a una distancia prudente, algunos inexpresivos, otros curiosos, era como si de Capitán Comandante se hubiera transformado en un ejemplar de exhibición, tristemente se lo había ganado, su cuerpo ya no era el de uno de su raza.
Cayó en la arena resistiendo con sus tambaleantes rodillas, su Zampa yacía vertical ayudándolo como si del bastón de un anciano se tratara, aprovechando esa única oportunidad, uno de sus observadores lo señaló con la palma de su mano de la cual una profunda carga de energía rojiza se podía reconocer; Kanon se dió cuenta y con una milagrosa reacción, realizó un avisado movimiento con la intención de colocarse nuevamente en postre de ambas piernas. El Espada lanzó la concentración de energía pronunciando con ella la palabra "Cero", sin embargo, el shinigami pudo esquivarlo de tal manera que el poderoso rayo rozara la pequeña duna de arena, evitando así cualquier daño extra posible. Repentinamente, a sus costados dos de los Arrancars aparecierón bajo un movimiento muy semejante al shumpo que él estaba acostumbrado a ver en los de su especie y sin previo aviso le asestaron un rodillaso en sincronización, algo que pudo leer con anticipación y detuvo sosteniéndolas cruzando ambos brazos para soportar lo mejor posible el impacto, finalmente, tuvo el valor y tiempo suficiente para devolvérles el favor cargando con un ligero toque de reiatsu sus puños, repartiéndoles así a los dos ostentados atacantes uno de esos.

Ya había sido mucho para él, las fuerzas de su cuerpo se volvían cada vez más empalagosas y sus movimientos no eran otra cosa que empañados esfuerzos por mantenerse con vida. Una combinación entre cansancio y agotamiento, ambos que aspecton que en realidad significan lo mismo no eran sino lo primero que se le vendría a la mente a cualquiera que viera el estado en el que aquel sujeto se encontraba. Cerró sus ojos unos instantes y para cuando los abrió, uno de los Espadas lo esperaba delante suyo, lo miró tratando de averiguar lo que vendría después, tristemente, no pudo ni darse cuenta, para cuando quiso hacerlo, la mano del otro ser estaba ya atravesando la superficie de su pecho.
Una verdadera lástima se podía leer en sus cristalinos ojos, una esperanza se podía leer en sus labios, resignado ante el dolor, dejó que sus párpados se ocuparan de acabar por fin con ese tormento; Kanon ya no era más el Comandante sino más bien, alguien que intentó inexplicablemente de alcanzar un resultado oculto en lo más profundo de su mente...

me gusta mucho como has hecho la historia, estas aprobado, tienes rango 3