Examen para capitan del 10º escuadrón

Aca esta tu examen:

Tu post empieza en un día normal en la SS como capitán hasta que alguien llama a tu puerta, es tu teniente, parece muy fatigado y cansado te dice que hay una urgencia, un Vasto Lorde esta matando a todo shinigami que ve por el Rukongai, cuando llegas el Vasto Lorde acaba de matar a varios shinigamis cuyos cuerpos aun calientes estan a su alrededor, aprovechando que ha gastado algo de energía con los shinigamis, le atacas y tras una dura batalla logras ganarle quedando tu en muy mal estado y el con las ultimas escapa por una garganta

Recuerda que se puntúa la longitud del examen y sobre todo la descripción ya sea de los movimientos de ataque o de defensa, como la descripción del entorno o los sentimientos de tu personaje y la ortografía, te doy hasta el Jueves.

Silencio.

Tan solo puedo oír el rasgueo de mi pincel, el goteo de la tinta, el gorgoteo de mi sangre y el pulsar concentrado de mi corazón contra el pecho.

Llevo casi dos horas redactando mi informe mensual para presentárselo al comandante en la próxima reunión y todavía no estoy cerca de acabar. Informar de todos y cada uno de mis movimientos, los de mis subordinados y los de la seguridad interna resulta especialmente tedioso.

Nunca me gustó el papeleo. Pero hay que hacerlo, es mi trabajo.

Tal y como he dicho antes, ni siquiera se oían los pasos apresurados de mis shinigamis andando por el pasillo, ya que toda mi división estaba ocupando el Rukongai en una ronda de patrulla multitudinaria. Cerraría el informe con los resultados.

Sin embargo, gradualmente fui notando que mi silencio se veía interrumpido por la marcha acalorada y apresurada de alguien que resultó ser mi teniente, entrando como un huracán herido por la puerta, sin darse tiempo a llamar.

Inmediatamente dejé los papeles y los utensilios en la mesa y me levanté raudo, acercándome a él para sujetarlo.

-Capitán.- masculló sin aliento.

-¿Qué ocurre?.- pregunté gravemente.

Vi que estaba herido, la sangre le chorreaba por las sienes y la comisura de los labios.

-H-hay un VastoLorde en el Rukongai.- soltó sin más.- tiene que darse prisa.

La sangre se me congeló en el acto pero no por la noticia si no por el hecho. Solté al jovenzuelo de tal manera que no pudo aguantar su peso y cayó de rodillas. Pero no lo vi, ya que ya me había ido con un velocísimo shunpo.




No tardé en llegar, mas que nada por la ola de destrucción que el monstruo había arrastrado a su paso. Además, ya se me había encendido la sangre al ver los cuerpos caídos de mis tropas. Apreté los dientes.


No tardé en divisarlo, despachando a otros tres shinigamis de mi división con lo que la furia acabó por llenarme, aunque no lo mostré. Puede que no lo pareciera pero yo era muy protector con mis subordinados.

En ese momento, él se dio la vuelta y me vio, allí plantado con el semblante serio y el haori ondeando al viento, mirándolo a los ojos.

Solo había visto dos VastoLords antes, y siempre de lejos. Esta vez sabía que sería mucho más cerca lo que habría estar de él.

Era alto, más que yo, de forma humana y con la máscara de hueso rodeándole la cabeza, como si fuera un casco. Tres largos cuernos sobresalían de su frente hacia atrás, con lo que le daba un aspecto extraño. Sus ojos amarillos brillaban. Vi su hueco justo en el centro del pecho y pensé.

Su reiatsu era muy grande. Tanto que me superaba, no sabía si conseguiría vencerlo pero tenía que intentarlo.

- Shinigami… ¿Quién eres?.- ladeó la cabeza.


El VastoLorde alzó las manos de dedos largos y apuntó hacia mi persona.

Agarrando fuertemente mi espada tras desenvainarla rápidamente, realicé un shunpo y me coloqué a su costado derecho para esquivar los ceros que me lanzó. Atajé con la espada para propinarle un buen tajo cuando este se volvió con una rapidez asombrosa para parar mi arma con las manos desnudas y bloquearme.

Retrocedí.

Respiré hondo. Ceros dobles, rapidez asombrosa. Iba a ser difícil.

- ¿Quién eres?.- me volvio a preguntar.

Me erguí todo lo que pude.

- Kimura Ryo, capitán de la décima división.- respondí sencilla y claramente.

-Entiendo.- él cerró los ojos.

Volví a atacarle sin mediar palabra, lanzando estocadas continuas y con mucha energía. Vastolorde no hizo nada extraño salvo esquivarme todas y cada una de las veces, dejo que le atacase una y otra vez.

Finalmente comprendí. Me estaba cansando. Me detuve en seco y me aparté de él.


Levanté la vista de cara al enemigo y esquivé por los pelos las garras afiladas. Un corte fino me rasgó la mejilla derecha.

Ahora él me atacaba. No comprendí muy bien del todo su forma de actuar pero debía continuar.

La espada choco con las garras del vastolorde y salió despedida, vi como se clavaba en el suelo. Pero no me rendí. Le propiné un buen puñetazo en la cara que si que dio al blanco.

El vastolorde se tambaleó.

-Eres interesante, capitan shinigami. Vi como se colocaba junto a mi con su movimiento sonido.

Me tocó esquivar.


Yo no era muy dado a usar kidoh ya que preferia los combates cuerpo a cuerpo y estaba pagando por ese punto debil. El hollow me alcanzó un hombro dos veces con lo que ya no sentí mas el brazo izquierdo. En uno de nuestros movimientos, recuperé la espada y la mantuve en alto mientras el brazo herido me colgaba.

El Vastolorde cargó contra mí de frente.

Y fue cuando aproveché la oportunidad.


-¡Precipítate sobre mis enemigos, Tsumetai Hoshinofuru!

Justo después, la mano del hollow golpeó la hoja a la par que esta cambiaba de color. Oi la voz de mi zampakutoh mientras cantaba por la pelea.

La hoja se deshizo en polvo y voló rápida sobre nuestras cabezas. Giré la empuñadura la solté y agarré al vastolorde del cuello en un momento de despiste, él me atravesó el pecho con su otra mano.

Lluvia a toda potencia.

Él no pudo moverse, yo tampoco…

Así que casi nos hizo pedazos.

Las agujas de agua perfilaron nuestros cuerpos y nos hizo caer. A mi se me escapaban las fuerzas, la zampakuto volvió a sellarse.

Y vi como el vastolorde se levantaba, poco a poco. Suspiré agotado por mi perdida.

Pero cuando pensé que lo hacia para rematarme vi tambien que alzaba un dedo y que abria una garganta oscura y profunda y que se metía en ella. No obstante, se volvió hacia mi, tirado en el suelo, para dedicarme una sardonica mirada llena de desprecio y tal vez orgullo.


Cerré los ojos.

Solo esperaba mi muerte.

Vale aceptado serás rango 5