Despacho de la capitana

La puerta de la habitación que servía como lugar de trabajo para la capitana de la segunda división y, muchas veces, que compartía con su teniente, era de una madera resistente y opaca, la cual conserva su color amarronado, sin ninguna abertura más que la hendidura para abrirla o cerrarla con las llaves correspondientes. En el interior del despacho se podía observa un amplio espacio ocupado por unos muebles de madera que se encontraban distribuidos de forma ordenada dentro de la misma. El suelo era de una madera maciza más clara mientras que las paredes y el techo se encontraban pintados de color blanquecino, impecables y sin ninguna mancha de suciedad. A lo alto de una de las paredes, casi llegando al techo, dos líneas negras de forma horizontal pintadas, símbolo representativo del segundo escuadrón del Gotei 13. Por debajo de la misma una ventana de gran tamaño permitía que la luz matutina ingresara al lugar.
Dentro de los muebles del lugar, se encontraban una colosal biblioteca, que ocupaba casi la totalidad de la pared, repleta de libros en plenas condiciones, pese a que algunos son escritos muy viejos, y ordenados alfabéticamente.
Cerca de la ventana se ubicaba un amplio escritorio donde la capitana normalmente emplea parte de su tiempo de trabajo sentada allí, sobre una pequeña y cómoda silla de igual color y estilo que el escritorio. Sobre este se encontraba una pequeña pila de papeles ordenados perfectamente uno encima del otro; una pluma sobre un tintero: una pequeña lámpara cuyos colores oscilaban entre el blanco y el marrón y que no tenía una iluminación demasiado amplia y un diminuto jarrón con pocas flores que bastaban para aromar todo el ambiente de forma sublime.
Sobre el techo colgaba una lámpara de color dorada cuya luz alumbraba todo el lugar.
Todo estaba ordenado de forma minuciosa y mostraba una pulcritud incomparables

Me encontraba sobre mi escritorio, tranquilamente, llenando unos papeles para entregárselos al Sou Taicho, una vez que terminara con los mismos, eran todas pura formalidades, pero debía, de todas formas, hacerlas. Abrí un poco la ventana para que una brisa fresca entrara por la misma y apaciguara el incesante calor dentro de la habitación.
Escuché la puerta abrirse y levanté mi mirada, encontrándome con la figura de mi teniente quien llevaba consigo algunas bolsas de gran tamaño. El mismo me saludó con su entusiasmo de siempre, pero no le presté demasiada atención y volví mi vista hacia los papeles de mi escritorio.

-Buenos días, Drako- lo saludé con la inexpresividad de siempre- Espero que no pienses dejar todas esas cosas que traes contigo en la división. Sabes que no quiero nada de desorden.

Mi teniente comenzó a acercarse… demasiado, intentando besar mi mejilla por lo que, para impedírselo, coloque mi mano sobre su rostro y lo observé con unos ojos de fastidio. Siempre intentaba acercarse más de la cuenta cuando muchas veces había discutido con él que nuestra relación no era más que la de un teniente y su capitana. Se alejó lo suficiente y necesario de mi y, entonces, comentó que tenía una sorpresa. Levanté mi mirada con cierto interés mas intenté no expresarlo demasiado. De entre sus cosas sacó una foto enmarcada que reconocí al instante. La misma nos la habíamos sacado cuando ambos nos egresamos de la Academia de los Shinigamis y me traía un grato recuerdo. Los años allí habían sido muy duros, pero definitivamente mucho mejor que los que había pasado dentro del Rukongai. Si no fuera por la Academia y los maestros que me enseñaron, jamás ocuparía este puesto de capitana. Un sentimiento de nostalgia me invadió y, sin darme cuenta, esbocé una pequeña sonrisa.

- Será mejor que esta vez la coloques en un lugar visible o nuevamente la perderás.- le aconsejé.

Drako apoyó el cuadro sobre mi escritorio, al lado de los papeles que aún necesitaban ser firmados por mi persona. Lo miré notando en su expresión, los motivos por los que lo había apoyado allí. Sonreí levemente, una vez, más mientras él comentaba que el lugar parecía ideal para la foto y, en mi opinión, lo era. Pese a que estuviera sobre mi escritorio, esta habitación era un lugar de trabajo casi conjunto con el teniente de mi división, en este caso, Drako. Ambos, entonces, tendríamos la foto y todos los recuerdos que estan significaba a nuestra vista y a nuestro alcance.
Luego de ello, se dirigió a la salida, por lo que yo volví a mi interminable pila de papeles. Sin embargo, al llegar a la puerta se detuvo y comenzó a hablar nuevamente. Levanté mi mirada para escuchar sus palabras y su declaración. No respondí ante la misma, sólo permanecí en silencio ante ello como ignorando sus palabras, como si las mismas no hubieran sido pronunciadas por él.
Finalmente mi teniente salió del despacho y cerró la puerta. Apoyé mi codo sobre el escritorio y mi mentón sobre mi mano observando a través un poco el exterior a través de la ventana.

-Así que morir por mi, eh?...- me cuestioné a mí misma sus palabras.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por un fuerte sonido. Volví mi mirada hacia la puerta, deduciendo que algo o alguien había caído al suelo. Suspiré con algo de resignación al intentar imaginarme de quien se trataba. Nuevamente enfoqué mi vista y toda mi atención en el papelerío tomando una pluma y comenzando a firmar, leer y hasta redactar los mismos.

-Que tonterías... jamás dejaría que alguien se sacrficase por mi- me respondí a mi misma empleando todo mi orgullo en aquellas palabras.

Cuando pensé que al fin tendría un poco de tranquilidad para poder terminar con todos estos papeles en el tiempo estimado, escuché unos pasos acercándose hacia mi despacho. Aquél sonido era fácil de detectar gracias al ruido que provocaba los pasillos de madera al ser pisados. Además, su andar era demasiado tranquilo para tratarse de uno de los shinigamis bajo mis órdenes.
Levanté la vista al mismo tiempo que las puertas de mi lugar de trabajo eran abiertas. La figura del actual capitán del sexto escuadrón y antiguo teniente de mi división se hizo presente. Con su caminar completamente perezoso y su tan singular rostro ojeroso ingresó al lugar, sin pedir permiso o autorización, previa para ello. Sin siquiera saludar por mera cortesía, comenzó a hablar, diciéndome que, al menos, debería darle alguna oportunidad a Drako puesto que, cuando él había sido mi teniente, jamás había pensado en morir por mi, por lo que debía reconocerle, al menos, su intento.
Mi mirada fría e imponente, se posó sobre el recién llegado, si algo sabía es que los motivos de Kerjex para visitar la sede de su antiguo escuadrón no me serían, en lo particular, de todos favorables para la paz que estaba buscando.

-Para empezar, agradecería que tocaras la puerta antes de ingresar a mi despacho- dije con la voz dura que siempre empleaba.

Pese a que Kerjex se había convertido, ya, en mi igual, aún no había podido acostumbrarme a tratarlo como tal y, por lo tanto, es al único capitán que trato de una forma más “familiar” al no emplear el “usted” para referirme a él.
Respecto a lo dicho por mi antiguo teniente, no respondí a ello y solamente esperé a que continuase hablando como siempre lo hacía. Me cuestionó, finalmente, si tenía una taza de café para convidarle.
Nada cambiaba… el café, aquél líquido oscuro de extraño pero adictivo sabor proveniente del mundo humano continuaba siendo su bebida favorita.
Dejé la pluma que sostenía entre mis manos sobre el tintero. Toda mi atención se concentró, ahora, en el capitán aquí presente, quien, al parecer, pretendía quedarse un rato largo. Miré a mi teniente quien aún no había salido del todo del despacho.

-Drako tráele al capitán una taza de café y a mí una taza de té- le ordené. Volví mi mirada a Kerjex una vez más- ¿Puedo saber cuáles son las razones de tu visita?

Ante mi regaño, el capitán de la sexta división, retrocedió la misma cantidad de pasos que había hecho para ingresar a mi despacho, sólo para tocar la puerta tal como debió hacer en un principio. La sonrisa en su rostro mientras realizaba esta acción fue algo que logró que la poca paciencia que normalmente presento se agotara por breves segundo... ¿Acaso se estaba burlando de mí?. Apreté la pluma que sostenía en mis manos fuertemente, pero, en un acto de conciencia, la apoyé sobre el tintero antes de que empleara la suficiente fuerza para romperla, lo cual causaría que la tinta de la misma manchase las hojas que estaba redactando, y ello... era lo último que deseaba.
Cuando le ordené a Drako traer nuestras bebidas, él asintió a ello y salió corriendo a buscarlas. Me pregunto si sabrá realmente lo que es una taza de café, después de todo aquella bebida de los humanos no era muy común en el Seireitei y mucho menos en el segundo escuadrón cuya bebida favorita de la mayoría de los shinigamis, posiblemente gracias a mi influencia, era el té.
Apenas mi teniente salió del despacho, escuché como Kerjex comentaba que el mismo tenía demasiada energía, agregando que no recordaba haber sido tan activo.

- Sinceramente no creo que ningún shinigami sea tan activo como él- respondí- Si aprendiese a utilizar todas esas energías como corresponden en la batalla podría volverse mucho más fuerte y aspirar a un cargo de capitán

Esa era una de las razones por las cuales siempre le exigía disciplina y concentración, además de la mera perfección en una batalla como a todos los shinigamis de mi escuadrón.
Escuché los motivos de mi antiguo teniente para realizar su visita a mi división. Sabía sobre el nuevo ascenso de algunos shinigamis que, ahora, ocupaban el cargo de capitán y aquello, por obvias razones, provocaría una reunión de capitanes para que los mismos pudieran presentarse. Además, cuando mencionó al Hueco Mundo, recordé algunos rumores que había escuchado sobre la aparición de dos espadas en el Mundo Humano, más específicamente, en Karakura. No sabía que tan veraces podían ser aquellos rumores pero si lo fuesen, entonces, habría un motivo más que suficiente para convocar una reunión.

- Si el puesto de todos los capitanes permanecen completamente ocupados gracias a los nuevos ascensos significa que Sou Taicho considera que el Seireitei se encuentra en una situación en la que no puede darse el lujo de tener un puesto de capitán vacío. - comenté

En aquellos momentos, mi teniente abrió la puerta, entrando con una bandeja con las dos tazas sobre ella. Las colocó sobre mi escritorio, dándome la de té a mi y la de café a Kerjex. Noté como este último le agregaba azúcar de forma completamente exagerada.

-Con la cafeína y el azúcar que consumes no me sorprendería que sufrieras de insomnio. No olvides que la falta de sueño entorpece tus reflejos- le advertí y luego miré a Drako- Gracias

Por mera cordialidad le agradecí a mi teniente por habernos traído ambas tazas cuando, realmente, pese a ser una de mis órdenes, no era su obligación cumplirla.
Antes de que nuestra conversación continuase una mariposa de color oscura ingresó a mi despacho, la misma era portadora de un mensaje por parte de nuestro comandante. Extendí mi mano para que esta pudiera apoyarse sobre la misma, emitiendo su mensaje.

- Sou Taicho ha llamado a una reunión. Solicita la presencia de los capitanes, tenientes y terceros al mando- expliqué.

Ante mi comentario respecto al azúcar y la cafeína respondió que este primero lo ayudaba a mantenerse despierto, agregando, además, que el mismo lo ayudaría a pensar. Arqueé una ceja. No dudaba que mi antiguo teniente tenía un intelecto bastante elevado y esa era una de las razones por las que había llegado a ser capitán, pero ciertamente lo conocía lo suficiente para saber que la mayor parte del tiempo evitaba poner a trabajar su cerebro y él mismo lo admitió en sus últimas palabras.
La mariposa que se apoyó sobre mi mano para darme aquél mensaje que luegro transmití a los presentes, comenzó a revolotear en la habitación, sólo para salir por la ventana del despacho para regresar a la primer división o para buscar a otros capitanes a los cuales transmitir las órdenes.
Volví mi mirada a Kerjex quien parecía bastante distraído con aquella bebida perteneciente al mundo humano. Su mirada se posó sobre la mia, esperaba, entonces, alguna palabra de su parte aunque las mismas no fueron exactamente lo que esperaba...
¿Acababa de preguntarme que había dicho? ¿Acaso su estado de concentración era tan pobre como para haber ignorado mis palabras? Fruncí mi ceño mientras una vena comenzaba a crecer en mi frente.
Me levanté de mi asiento con extrema rapidéz mientras observaba al capitán de la sexta división que se encontraba aún delante mio. Un sin fin de regaños pasaron por mi mente en aquellos momentos, pero, conociéndolo, no lo había dicho con mala intención, por lo que sólamente suspiré con resignación y volví a mi estado de tranquilidad.

-El comandante llama a una reunión de capitanes y solicita que asistan los tenientes y terceros al mando así que termina tu café y ve a la sala de reuniones de la primer división - le repetí al mismo tiempo que le ordenaba aquello último como si el tiempo hubiera retrocedido y él aún fuera mi teniente.

Miré a Drako quien aún se encontraba dentro del Despacho con nosotros y le hice un gesto para que me siguiera.

-Nosotros nos adelantaremos. Vamos Drako- le ordené mientras salía del lugar rumbo a la primer división