¿Descansando?

El sol comenzaba a caer, dejando pasar el día y dando lugar a la oscura pero no menos esplendorosa noche. La figura de la luna comenzaba a aparecer en su plenitud, al parecer habría luna llena y la luz de la misma iluminaría la noche. Las estrellas comenzaban a aparecer una por una, dispersas en la inmensidad que cubría la ciudad de Karakura. El viento había comenzado a levantarse y el frío comenzaba a sentirse entre los habitantes de la ciudad quienes no dudaban en colocarse sus abrigos.
Un joven alto de cabellos castaños y unos ojos celestes que denotaban su origen extranjero caminaba de forma tranquila e imperturbable. Parecía estar desconectado del exterior, en su propio mundo. Sostenía en sus manos un extraño artefacto redondo de color anaranjado. El mismo tenía dos pequeños puntos y una larga línea negra en la parte del frente ante lo cual cualquiera pensaría que parecía un rostro.
Su andar lento pero continuo lo condujo hasta un parque solitario. Cualquier persona evitaría estar allí, solo, ya que parecía, por su misma soledad y oscuridad, un sitio realmente tenebroso. Sin embargo a él no le importaba. Así se sentía más a gusto.
Se sentó en una banca de color blanco, o más bien, se dejó caer en esta. Estaba agotado... había caminado todo el día para inspeccionar los alrededores. Su trabajo así lo requería, pero, pese a estar acostumbrado a ello, se encontraba exhausto. Dejó a aquél artefacto que parecía mecánico a su lado. El mismo rodó un poco, pero se mantuvo sobre en el banco.
-Mataku… en el plano parecía más pequeña…. Resultó ser una ciudad bastante grande- se quejó el joven mientras observaba a las estrellas.
-Lockon cansado! Lockon cansado!- se escuchó una voz robótica proveniente de aquél objeto redondo anaranjado.
Lockon movió sus celestes ojos hacia todos lados con precaución. Debía asegurarse de que ningún civil estuviera cerca. De lo contrario, si escuchaba hablar a su mecánico amigo, Haro, estaría en un serio problema. Para su suerte, el parque continuaba igual de desolado.
-Es fácil para ti, Haro. Siempre vas en mis brazos- volvió a quejarse el hombre.
-Gomen Lockon, Gomen Lockon- se disculpó la pequeña criatura.
Haro tenía siempre la particularidad de repetir todo lo dicho. Al principio aquello molestaba a su acompañante, quien intentó por todos los medios hacer que sólo dijeras las cosas una vez. Sin embargo, con el paso del tiempo, Lockon Stratos terminó por acostumbrarse a ello.
La mirada del joven se posó sobre su esférico amigo, regalándole una sonrisa. Haro resultaba su mayor compañía y podía decirse que era su único amigo. Aquello era bastante extraño. Lockon, por su personalidad afable, tenía la cualidad de agradarle a la gente rápidamente. Sin embargo, todas las relaciones que había entablado hasta ahora habían quedado disueltas a causa de su trabajo. Haro era el único que permanecía siempre con él.

El silencio del lugar sólo era interrumpido por el sonido de los grillos y otros insectos. La tranquilidad reinaba en ese lugar y nada parecía querer interrumpir la misma. Las personas optaban por tomar caminos alternos antes que atravesar el inmenso y oscuro parque. El mismo era iluminado por algunos faroles pero la luz que los mismos desprendían no era suficiente y cualquier cosa podía ocurrir en los espacios donde el alumbrado no llegaba. Allí podía hablar tranquilamente con Haro. Sin embargo, lo mismo podía hacer en la habitación de su hotel sin necesidad de cuidar que alguien los vea o escuche. Además de que las comodidades allí eran muchos mayores de las que este parque podía presentar.

-Mejor regresemos al hotel…- concluyó Lockon al ver que no ganaba demasiado quedándose en aquél lugar.

Sin embargo, cuando estaba a punto de levantarse para abandonar el arbolado sitio, Haro comenzó a mover sus dos pequeñas alas mecánicas que normalmente utilizaba para sostenerse en el aire.

-Peligro, Lockon. Peligro, Lockon- alertó el robot anaranjado.

Lockon comenzó a escuchar algunos pasos. Alguien se acercaba. Con un gesto le ordenó a Haro que se mantuviera callado. No deseaba que nadie supiera sobre la verdadera identidad de su amigo metálico, y tenía sus razones para ello.
Aún sentado en el banco, mantuvo una aparente serenidad aunque con un cierto estado de alerta que poco podía notarse. La última vez que Haro le había alertado de algún peligro, había tenido que enfrentarse contra un robot de gran tamaño y figura monstruosa, cuyo rostro era cubierto por una máscara blanca (un hollow xD).
Corroboró, disimuladamente, que, debajo de su chaqueta, guardaba una pequeña arma de fuego para ocasiones en la que su vida peligrara y esperó a la llegada de aquél ser que había sido catalogado de “peligroso”.
La espera no fue demasiado larga, y pronto la figura de una joven de cabellos rojizos y ojos claros hizo su aparición. Aliviado de que no se tratase de un robot monstruoso como la última vez se echó hacia atrás, apoyando toda su espalda sobre el respaldo del banco.
Notó que el joven posó su mirada en él y se mantuvo así durante algún tiempo. Lockon lo observó de reojo esperando a que hiciese algún movimiento, aunque actuando de forma distraída como era su costumbre. Por su parte, Haro continuaba en pleno silencio a su lado, como si de un simple objeto se tratase.
Finalmente el joven desconocido comenzó a acercarse a él, preguntándole la hora. Su lenguaje era peculiar. Su acento lo delataba como un extranjero y la forma en la que hablaba era característica, según Neil quien había viajado por todo el mundo, de algunos países de América del Sur.

-Claro…- respondió ante su interrogante.

Lockon levantó su muñeca a la altura de su cara para observar la hora en su reloj. Aquello lo hizo para evitar bajar la mirada y que el joven lo tomara de sorpresa. De aquella forma podía mantener un ojo sobre la persona parada frente a él y observar la hora al mismo tiempo. Todo ello acompañado de un gesto y una actuación que demostraba algo de pereza e ingenuidad, para evitar levantar sospechas.

-Son las 8:00- contestó.

Esperaba que luego de responder a su pregunta el joven se fuera o, en su defecto, mostrara quien, en realidad, era y una disputa, en el caso de ser necesario, se efectuara. Sin embargo, antes de que alguno de los dos hiciera algún movimiento, Haro nuevamente movió sus pequeñas alas de arriba a abajo.

-Peligro, Lockon. Peligro, Lockon- advirtió nuevamente, avisando de algún otro peligro cercano (Algún hollow que apareció a lo lejos xD).

Lockon volteó a ver a su compañero robótico. Esto no iba bien… ahora el extraño joven sabía de su existencia y la pregunta que vino a la cabeza del espía irlandés fue: ¿Debía eliminarlo por ello?

El joven se despidió de Lockon con un gesto afable, luego de agradecerle por darle la hora. Esperaba que, entonces, simplemente se alejara de él sin el más mínimo conveniente, pero esto no sucedió. Haro le advirtió de cierto peligro nuevamente dando a conocer, consecuentemente, que la esfera de color anaranjado no era un simple objeto.
El joven se sorprendió ante ello y nadie podía culparlo por aquello. Un balón de básquet robótico parlanchín no era algo que se pudiera ver cotidianamente.
El joven irlandés notó, a causa de la luz que los faroles le brindaban, que una sombra de gran tamaño se había posicionado por debajo suyo. Levantó la mirada. Por mera lógica era sabido que aquello que proporcionaba tan gran sombra debía estar ubicado por encima de ellos. Vio, entonces, un gran monstruo con una máscara blanca (si es un hollow tiene que tenerla XD). Parpadeó un poco. Era el quinto robot gigante que veía esta semana y aquello comenzaba a confirmar sus sospechas. El gobierno japonés estaba realizando experimentos para desarrollar un nuevo tipo de arma y Karakura había sido designada como la ciudad de pruebas.
Antes de que pudiera reaccionar ante ello. El joven que hasta hace unos pocos momentos se encontraba parado enfrente suyo ahora vestía unas extrañas ropas orientales. Pegó, además, un gran salto por sobre encima del banco, lo cual demostró que sus habilidades eran excepcionales y se dirigió a enfrentar a aquél robot.
Lockon volvió a dirigir su mirada hacia delante, notando que el chico que recién había ido a enfrentar al monstruo mecánico se encontraba aún enfrente suyo con su ropa normal. Parpadeó nuevamente dirigiendo su mirada, luego, a ambos sitios una y otra vez hasta convencerse a sí mismo de que no se trataba de una ilusión y de que había dos chicos exactamente iguales.
Ante ello sólo podía haber dos explicaciones lógicas. La primera es que ambos eran gemelos y la segunda que, por alguna circunstancia extraña, haya podido multiplicarse y/o clonarse en cuestiones de segundo. Aquella fortaleza que el de ropas orientales mostraba y su acercamiento con la tecnología, en el caso de que se tratara de un caso de clonación instantánea, lo hacían sospechar que el joven era miembro de alguna organización secreta.
El robot se abalanzó contra el espía extranjero, por lo que el mismo efectuó una maniobra evasiva, tomando a Haro y dando un salto hacia delante. El banco quedó destruido, pero el movimiento del enemigo fue detenido nuevamente por el chico de ropas extravagante, a la vista de Lockon.
El ojiazul dejó a su compañero a un lado suyo, quien comenzó a flotar para permanecer a la altura de él. De debajo de su chaqueta sacó una pistola de calibre 22. El arma era sumamente pequeña, algo que le molestaba puesto a su acostumbramiento a los rifles de francotirador, sin embargo, le serviría para esta ocasión. La cabida del cargador permitía diez cartuchos, la cantidad de tiros suficientes e, incluso excesivos, para derrotar a aquél ser metálico fuera de control.
Aprovechando que el joven aún contenía al monstruo, adoptó la posición tradicional de tiro y, apuntando hacia la rodilla del robot, disparó. La bala penetró unos pocos milímetros más arriba de donde Lockon había planificado, aquello le molestó, su nivel de acierto era demasiado elevado para aceptar un fallo como ese, pero aún así logro su objetivo, desestabilizar al enorme conejo.
La figura que los japoneses habían utilizado para su arma de gran tamaño le resultaba sumamente cómica y paradójicamente producía una sensación de ternura. La obsesión de los nipones por algunos animales era bien conocida, pero usar un “usagi” como figura para semejante cosa era sumamente exagerado.
La mira de Lockon se levantó algunos centímetros. Si algo sabía luego de haber combatido ya varios de esos, es que su punto débil se ubicaba en su cabeza y aquello le proporcionaba una cierta ventaja. Volvió a disparar. Esta vez la bala se introdujo entre los dos ojos. Su puntería, en esta ocasión había sido perfecta.
El monstruo mecánico despareció ante sus ojos. Todos hacían lo mismo. Al parecer el gobierno japonés había logrado desarrollar alguna máquina que le permitía a sus robots tele transportarse a un lugar diferente.
-Blanco eliminado. Blanco eliminado- festejó el pequeño amigo mecánico de color naranja.
Lokon bajó su arma mas no la guardó… aún necesitaba que el joven le respondiera algunas preguntas y lo haría hablar sea pacíficamente o a la fuerza.
-No creo que a la policía local le agrade demasiado que las personas anden usando espadas con filo por estos lugares- comentó empleando un tono bromista en ello- ¿Para qué organización trabajas?

Todo paso muy rapido, mientras seguia sosteniendo el Hollow y pensando en su gran parecido con Chappy-sama, mi mente seguia pensando el porque ese hollow seria tan parecido a mi concepto del gran conejo, en ese momento senti que el joven que antes estaba sentado se posicionaba a varios metros del Hollow, frente a este, y elevaba su reiatsu, si bien no era un aumento significativo, me hizo prestarle mas atencion.

~ Que mierd... CHE FLACO, MOVETE! TE VA A HACER POMADA SI TE QUEDAS AHI!! ~

no tuve mucho tiempo para tratar de advertirle nuevamente, ya que su primer disparo desestabilizó al Hollow haciendo que este quedara de rodilla observando a los gritos al hombre quien nuevamente se disponia a efectuar un disparo sobre la monstruosa alma.

~ Tengo que hacer algo... Bakudoh no Juuni: Fushibi (Arte de Atadura número 12, Empalme) ~

Susurre mientras me alejaba unos milimetros y varias cantidades de hilos ataban al Hollow al piso impidiendo que se pudiese mover, esto permitio que al realizar el segundo disparo, el joven acertara entre los "ojos" de la bestia, purificandola totalmente.
Una vez acabado aquello observe al joven y a su inusual mascota quien aseguraba el hecho de haber acabado con el objetivo, increible, una maquina capaz de localizar hollows.

~ Pues... a decir verdad, me soprende que ellos puedan verme... si no fijate... ~

Dije levantando mi mano señalando hacia mitad de cuadra en el parque, alli habia un oficial observando hacia aqui, pero no estaba alertado por mi espada o por el hollow que recien habia atacado, si no por el arma del joven.

~ Será mejor que guardes esa arma y nos marchemos de aqui antes que te metas en problemas... ~

Cuando pregunto sobre la organizacion que trabajaba, recordo que habia sido expulsado del Gotei y la sociedad de almas, por lo que tuvo que contestar con la verdad.

~ A decir verdad ahora estoy trabajando por cuenta propia... ~

Corrimos varios metros hasta encontrarme nuevamente con mi cuerpo, di un suave golpe en su frente y entonces la pequeña esfera de Soul Candy salio de este, dejando el cuerpo sin alma dentro, automaticamente me meti dentro de esta, y acomode mis ropas, mi espada habia desaparecido puesto que esta solo se veia en mi estado espiritual.

~ Y dime... tu... puedes ver a los Shinigamis o Hollows? ~

Pregunte con cierto asombro...

Con ayuda de aquél joven que ató al monstruo mecánico con una especia de hilos que quien sabe donde traía escondidos, Lockon derrotó al mismo en cuestión de minutos. Tras el comentario del irlandés, el chico respondió que se sorprendería si los policías pudieran verlo. El ojiazul parpadeó ante aquella contestación. Acaso era ¿invisible?.
Lockon notó, entonces, la presencia del policia del parque, gracias a que el pelirrojo lo señaló. Intentó disimular el hecho que traía un arma consigo, sin embargo, ya era demasiado tarde. Se había concentrado tanto en derrotar a aquél robot que no había pensado que un civil o la policía de Karakura podían aparecer en el lugar.
Siguiendo el consejo del chico, Lockon guardó el arma, tomó a Haro y salió corriendo de allí hasta llegar a un lugar un poco más apartado. Por unos momentos le pareció que el ojiverde intentaba seguir sus pasos para no adelantarse, lo cual le sorprendió demasiado. Lockon era un joven entrenado en la milicia, su condición física debía ser mejor que el de la mayoría de la gente.
Cuando al fin se detuvieron, algo sumamente extraño ocurrió. El chico cuyo nombre era desconocido, se encontró con su clon y de este último salió un pequeño caramelo redondo. Acto seguido los dos volvieron a ser uno sólo y el traje y la espada que portaba desaparecieron.

-Debes decirme como haces eso…- comentó Lockon sumamente sorprendido.

Sabía de las maravillas de la tecnología y las conocía mejor que muchos otros, pero, aún así, no podía explicar ni comprender como es que había sido capaz de hacer algo como eso. Salía de toda lógica y tecnología que el espía había visto hasta el momento. Oyó la pregunta formulada por el extraño chico enfrente suyo y se mostró confundido ante ella. ¿Shinigami? ¿Hollow? ¿Acaso eran nombres claves? Unos extraños nombres claves, en especial porque ambos estaban dichos en distintos idiomas. El primero era japonés y, si no mal recordaba, significaba “Dios de la Muerte” y el segundo era inglés, idioma nativo de Lockon, el cual significaba “Hueco”.

-¿Shinigami y Hollow? Si te refieres a ese monstruo mecánico, es imposible no verlo. ¿Viste el tamaño que tiene? Y para colmos es el quinto de esta semana. Vaya que a los japoneses les gusta hacer experimentos muy extraños- respondió.

El joven no respondió a su pregunta, quedándose un buen rato en silencio. Quizás aquello significaba que no conocía respuesta alguna para sus palabras o simplemente que su mente se había entrenido pensando en las posibles explicaciones. Confiar en una persona desconocida es algo sumamente difícil, especialmente si se trataba de un tema tan delicado como esta clase de monstruos mecánicos. Posiblemente se debatía mentalmente sobre contarle o no la verdad de lo ocurrido. Algo le decía a Lockon que su información podría llegar a ser mucho mayor.
Esperó su respuesta tranquilamente. El irlandés no necesitaba ni deseaba apurarlo puesto que podría ser contraproducente para él hacerlo. Finalmente el chico tomó la palabra. Se acercó al castaño y se presentó como Luke Fabre, estirándole la mano como mero saludo. Imitó su accionar, tomando su mano. Ciertamente le pareció sumamente extraño su nombre. No parecía coincidir en lo absoluto con la nacionalidad que, en un principio, aparentaba con su habla. Acaso aquél...¿sería un nombre clave? no, Lockon solamente estaba exagerando las cosas.

-Me llamo Lockon Stratos- se presentó de igual forma.

Aquél encuentro era parte de su trabajo y la poca habilidad de Haro para mentir respecto a su nombre lo obligaba a presentarse como tal, pese a que pudiera ser poco inteligente hacerlo.
Luke se separó, yendo hacia donde el banco que anteriormente el denominado "hollow"- o al menos le pareció que el "shinigami" así lo llamaba... ¿o era al revés y el monstruo era el "shinigami" y el joven el "hollow"? No tenía demasiada importancia- había tirado. Lo levantó con una facilidad sobrehumana y lo colocó en su lugar.
Lockon escuchó las palabras del pelirojo que confirmaban todas sus sospechas. Sin embargo, una palabra en especial llamó su atención. Una palabra que le era repugnante sólo escuchar.

- ¿Terroristas?- preguntó aseriando su rostro como muy pocas veces se lo veía.

Neil Dyland guardaba demasiado rencor hacia los terroristas debido a su trágico pasado. La mera palabra podía bastar para nublar su mente con ira y la presencia de uno podía llegar a transformarlo en una persona completamente distinta. Los terroristas amenazaban la vida de gente inocente y destruía familias y hogares. Como parte de su trabajo, y también fuera de él, era su obligación evitar que los mismos continuasen con sus acciones.
Algo del rencor guardado durante tantos años comenzó a resurgir. Intentó disimularlo conservando la calma, pero sus ojos denotaban la furia acumulada.

- Lockon enojado. Lockon enojado!- comentó Haro quien conocía mejor que nadie a su compañero.
-Cuéntame más sobre esos terroristas...- pidió observando fijamente al joven.